por JAIME CHUCHUCA SERRANO
La pandependencia se expresa en las necesidades generalizadas de los recursos mínimos para sobrellevarla. Un país con el sistema de salud desmantelado, con el dinero estatal comprometido a los grupos élite, factores que sumados a la negligencia del gobierno lo hacen completamente vulnerable. Los ecuatorianos han comparado los atroces actos gubernamentales con la película Titanic -a propósito de la reunión secreta de Moreno con DiCaprio-, que al momento de hundirse el transatlántico, los jefes del barco prefieren salvar a la burguesía y aristocracia, mientras los pobres y la plebe completan los cupos. En la fase cero de vacunación, por sobre la primera línea, la crème de la société, familiares de la presidencia, el gabinete ministerial, ex funcionarios, la rancia oligarquía y la burguesía ecuatoriana fueron vacunados clandestinamente o en fiestas públicas como los clubes Rotario y Quito.
Cual barco a la deriva, Ecuador está sin capitán en un proceso de transición electoral fraudulento y deslegitimado, navega en un mar de corruptos y usureros en las más altas esferas públicas. Quedará para la historia como Lasso y la oligarquía sacaron a Pérez de la segunda vuelta, mientras socorrieron la reestructuración del correísmo y la derecha tradicional. Los capitalistas se enriquecen como nunca antes y la pobreza sobrepasa al 50% de la población. Estos complicados sucesos fortalecen las redes del despojo y las mafias fuera y dentro del Estado, haciendo causa común con la ineficiencia y negligencia sobre lo público. La pandemia ha evidenciado la disputa de las clases sociales en todos los sentidos: económicos, políticos y sociales. La burguesía deshonesta se apropia inhumanamente de los recursos para la sobrevivencia.
Las clases sociales dominantes ecuatorianas están divididas en castas y grupos élite: familias con poder económico, político, comunicativo; algunas provienen de la época colonial, otras de inicios de la república, del transcurso del siglo XX, de los monopolios productivos, financieros y de la tierra, pero también de la formación parental dentro del Estado, mafias y aristocracias académicas excluyentes. El robo del dinero estatal en la corrupción, de los votos en el fraude y de las vacunas en la vacunación VIP, son características de un sistema totalmente corrompido por décadas, imposible de cambiar sin una verdadera revolución.
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