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Foto del escritorJaime Chuchuca Serrano

La lucha social de Colombia en la pandemia

Actualizado: 28 jun 2021


-por JAIME CHUCHUCA SERRANO-

 

Las movilizaciones de Colombia entre octubre y diciembre de 2019 fueron truncadas por la pandemia. Un sinnúmero de demandas se fueron acumulando ante un gobierno que ha hecho de oídos sordos ante la pobreza, el desempleo, la insalubridad y la carestía de la vida. Según el Observatorio de Conflictos, Paz y Derechos Humanos del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (INDEPAZ), solo en 2020 fueron asesinados 290 líderes sociales por el paramilitarismo y las fuerzas represivas. Un promedio de 6 dirigentes campesinos e indígenas muertos sobre todo por conflicto de tierras. Además hay miles de heridos y constantes amenazas.


La violencia armada se ha normalizado en Colombia desde su independencia en el siglo XIX, con 54 guerras civiles entre conservadores y liberales. En los años sesenta aparecen las guerrillas socialistas (FARC, ELN, EPL, M-19) queriendo tomarse el poder. A tres años de la Segunda Guerra mundial, en 1948, se produce el Bogotazo con el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán y tras las movilizaciones masivas, la violencia estatal acaba con unas tres mil personas. A este proceso se suma la organización de guardias armadas terratenientes, capitalistas, paramilitares y grupos de sicarios alrededor del crimen organizado de la producción y circulación de la cocaína en todas las esferas de la sociedad. La narcopolítica se toma el Estado colombiano con autoridades de todos los calibres. El expresidente Uribe y el actual, Duque, tiene relaciones directas con el narcocapitalismo y la violencia. Las organizaciones de trabajadores, indígenas, campesinos, estudiantes, mujeres y la sociedad civil se encuentran entre la escalada de la violencia y las políticas que generan mayor pobreza y desempleo.


Estados Unidos tiene un papel central en el desarrollo del conflicto colombiano, basta recordar el Plan Colombia firmado por Bill Clinton y Andrés Pastrana en 1999, para el control de las zonas cocaleras, que agudizó la criminalidad; Barack Obama en 2017 cambió el nombre a Plan “Paz Colombia”. La cocaína es ese negocio, como dice Galeano, donde los norteamericanos ponen la nariz y los colombianos (latinoamericanos) los muertos (2008). EEUU tiene siete bases militares en suelo colombiano y ha enviado cientos de millones de dólares para el desarrollo de las fuerzas represivas. El informe ¡Basta Ya! relata que entre 1958 y 2012, 40 mil 787 combatientes y 177 mil 307 civiles fallecieron en el contexto del conflicto. Entre 1981 y 2010, 25 mil personas desaparecieron, 27 mil 23 fueron secuestrados y 150 mil asesinados (Moreira, 2016).


Las protestas últimas de los pueblos colombianos surgieron contra la Reforma Tributaria, condensada en la Ley de Solidaridad Sostenible que no tenía nada de solidaria. Esta disponía empobrecer más a la gente con políticas como cobrar el Impuesto a la Renta a quienes ganan más de 234 dólares; incrementar el IVA a todos los productos, excepto los de la canasta básica; nuevos impuestos a pequeñas empresas y otras políticas tributarias totalmente injustas para cualquier tiempo, no solo el pandémico (La República, 2021).


El Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD) desde su creación por Andrés Pastrana en 1999, y su consolidación por Uribe, ha sido otra fuente de conflicto. Solo la fiscalía reúne más de 40 mil denuncias en su contra (Europapress, 2020). En las últimas protestas la policía y el ESMAD son acusados de 30 jóvenes asesinados, 89 desapariciones forzadas, decenas de heridos y una decena de casos de violencia sexual.La maquinaria de la violencia estatal ha tomado a los niños y jóvenes como “instrumentos de guerra”, las fuerzas represivas los han estigmatizado, cuando son asesinados entran en el catálogo de guerrilleros, drogadictos, homosexuales, subversivos. El Estado abusa sistemáticamente de la fuerza. La mayoría de asesinados están entre los 14 y 30 años. Entre 2017 y 2019, según el movimiento antimilitarista, registraron 289 homicidios por la Policía, 39 mil 613 personas lesionadas y 102 hechos de violencia sexual. La organización dice: los jóvenes y niños se convirtieron en el “enemigo interno de la fuerza pública” y “los jóvenes pobres de Colombia son utilizados para alimentar una máquina de poder y guerra” (Movimiento Antimilitarista y 1200 latidos films, 2021).


El Paro de Colombia incluye demandas contra la explotación y la normalización colectiva de la muerte, la desigualdad y la violencia desatada por el poder, además de la pobreza exacerbada por las cenizas de la guerra viral. Latinoamérica toda tiene su corazón puesto en una Colombia que merece otra historia.

 

Bibliografía

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