por Jaime Chuchuca Serrano I ECUADOR
En medio de la crisis política del Ecuador, el autor subraya el complicado panorama político del presidente Guillermo Lasso, en un país donde los pedidos de su renuncia se suman.
Los medios casi no usan la palabra “plutocracia”, el gobierno de los ricos, pero es la realidad del Estado ecuatoriano. Recordemos algunos hechos: el Banco Agrícola y Comercial de Guayaquil que ponía presidentes y decidía sobre el patrimonio estatal, entre 1894 y 1925, y que desapareció con la Revolución Juliana; el círculo de terratenientes y burgueses del “padre de la patria”, León Febres Cordero (1984-1988); los capitalistas financieros que rodeaban a Jamil Mahuad (1998-2000) y hoy a Guillermo Lasso: el primero cayó por un levantamiento, el segundo, lo sobrevivió. Cuando el capital bancario ha llegado al gobierno, casi siempre ha caído por revoluciones o levantamientos. No obstante, los millonarios influyen en los gobiernos con “bajo perfil”, financiando campañas y favores, así lo ha hecho Danilo Carrera, cuñado de Lasso, en varias ocasiones, y el mismo Lasso, por ejemplo, con Rafael Correa y Lenin Moreno.
El escenario gubernamental es incierto. Es difícil escoger entre juicio político, muerte cruzada (por iniciativa legislativa o presidencial), revocatoria del mandato, o levantamiento popular que precipite la caída de Lasso. También puede haber una mixtura de estos factores. El juicio político impulsado en la Asamblea (Art. 129), necesita del fallo de la Corte Constitucional, donde Lasso tiene aún influencia. La muerte cruzada por vía legislativa (Art. 130), requiere de ciertas maniobras legales, y 92 votos que se podría conseguir con la oposición socialcristiana que, en junio de 2022, libró a Lasso de la guillotina. La muerte cruzada por decisión presidencial, disolvería la Asamblea (Art. 148), y lo dejaría gobernando por decreto. Con la revocatoria del mandato, Lasso tiene más oportunidades de manipulación, a través del Consejo Electoral, que sigue estando de su lado.
Las organizaciones sociales, la CONAIE, el FUT, el Frente Popular, las organizaciones de estudiantes y mujeres, de trabajadores y sectores populares, proponen movilizaciones en contra del régimen. Algunas de estas, con la consigna: “¡qué se vayan todos!”. El Levantamiento popular sigue estando en la mesa de las opciones, pero va acompañada de una salida institucional. Es inevitable el choque de las fuerzas políticas y sus intereses. Las fracciones internas de los partidos y movimientos, se reparten entre las decisiones de conservar al banquero en el sillón, su defenestramiento, o la conservación parcial de sus canonjías.
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