por Francisco Escandón Guevara I ECUADOR
Ecuador tendrá elecciones anticipadas luego de la disolución del Congreso. El autor nos explica sobre las posibles candidaturas que se presentarán para los inesperados comicios.
Las elecciones express derivadas de la muerte cruzada se constituyen en el evento más singular y excepcional de la historia reciente. En pocos días, los partidos y movimientos políticos deberán cumplir un cronograma electoral estrechísimo que apenas prevé una semana de campaña.
Con esos reducidos tiempos será difícil que los electores conozcan los programas de gobierno o a los candidatos de las diferentes tiendas políticas, a ello se suma la dispersión en la papeleta que será un dolor de cabeza al momento de decidir y votar.
Como ya ocurrió en el 2021, nuevamente serán los presidenciables quienes arrastrarán a sus asambleístas, aquellos que polaricen las elecciones tendrán los bloques parlamentarios más representativos; ojalá que esta vez los avivatos de siempre no logren camuflarse bajo los paraguas presidenciales, pues urge mejorar el legislativo.
A la par que se anuncian candidaturas y otras que desisten, el escenario político se está configurando alrededor de tres tendencias que apuran alianzas, cuadros electorales y abanderados de cada proyecto político. Nada está dicho, a esta altura no existen favoritos, aunque los medios de comunicación tradicionales y virtuales traten de incidir en la intención del voto de la gente.
En el correísmo su binomio presidencial será consecuencia de quien mejor endose el capital político del prófugo Rafael. Si bien son la primera minoría, su votación actual es menor a la que obtuvieron con Arauz en febrero del 2021, por tanto, sus números son insuficientes para ganar en una sola vuelta y más difícil aún para imponerse en un balotaje, pues conservan el estigma de corrupción, autoritarismo y despilfarro.
La tendencia de derecha tendrá varios candidatos. Villavicencio, Sonnenholzner y Topic disputarán una franja de votos disminuida debido a la carente gestión del desgobierno de Lasso. Los esfuerzos populistas por mostrarse como opción, incluso la promoción de un mercenario como outsider, están trivializados por la participación de estos personajes en los negociados y la nómina estatal de los tres últimos gobiernos.
Para los sectores democráticos y de izquierda el escenario es prometedor. Yaku Pérez es su mejor opción, con posibilidades ciertas de polarizar con el correísmo y ganar, todo depende de configurar una alianza programática que supere a la división del Pachacutik, de articular al movimiento social organizado y de proponer soluciones coherentes con las demandas populares.
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