FRANCISCO ESCANDÓN GUEVARA
Lo que inició como un cierre de carreteras en algunas comunidades indígenas-campesinas de la Amazonia y la sierra ecuatoriana, se convirtió en una paralización de carácter general, diversa y popular que genera adhesión y simpatía mayoritaria, aunque los sectores elitistas la cataloguen como sinrazón, violenta y terrorista.
En la primera semana de paralizaciones el gobierno es el gran perdedor. Lasso pierde aceleradamente credibilidad, cada vez está más aislado, al parecer sólo le queda golpear las puertas de los cuarteles. A esta altura, el mandatario apela al apoyo coercitivo ciego de las fuerzas armadas y la policía.
La detención arbitraria de Leonidas Iza, la inauguración de un diálogo sin representatividad social, la represión a los manifestantes, la promulgación del Decreto Ejecutivo 455 violatorio de libertades públicas o el allanamiento injustificado a la Casa de la Cultura son errores tácticos que desnudan los desaciertos en la gestión de esta crisis política y suman nuevas razones para movilizarse. ¿Acaso los teletubies mandan en Carondelet?
Ni siquiera los ofrecimientos en tono conciliador, que Lasso hizo en cadena nacional, logran detener el paro indígena y popular. Dejó pasar más un año para admitir la situación calamitosa de la educación y salud pública; tuvo que sentirse acorralado para prometer créditos baratos, condonación de deudas o alza de cinco dólares al bono de la pobreza. La palabra del gobierno está devaluada y aunque apele al recurso del populismo no podrá detener la lucha popular.
Tampoco logrará acallar las protestas con violencia. Declarar el estado de excepción, la limitación de acceso al internet, prohibir la libertad de reunión y movilización, perseguir, agredir, encarcelar y amenazar con el uso letal de la fuerza dan muestra de un gobierno débil aferrado al poder con el auxilio de la fuerza bruta, cosa tan propia de las dictaduras.
La masividad de las luchas y su diversificación, el arrinconamiento a los argumentos racistas y xenófobos de las élites, incluso las ofertas iniciales hechas por el gobierno testimonian que el pueblo está ganando. Pero la dimensión de la victoria final depende de la madurez política del movimiento indígena y popular: la unidad de las fuerzas movilizadas es fundamental para derrotar al gobierno y al Fondo Monetario Internacional, la continuidad de lucha lo transformará todo.
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