Fotografía: zetatijuana.com
Por décadas hemos visto como Hollywood se ha encargado de destruir y salvar el planeta: Armagedón, Interestellar, Melancolía, Birdbox, Pandemia, Soy Leyenda, Avengers: Infinity War. Todas estas películas y otras tantas series tratan de fenómenos que destruyen al mundo o están a punto de destruirlo. Estas películas acostumbran psicológicamente a la población para las catástrofes, la pérdida de las libertades de vida y la muerte.
La crisis del capitalismo actual tiene dimensiones inéditas. La pérdida de excedentes y ganancias superan a la primera y segunda guerra mundial, a las crisis de 1929 y de los años setenta. La gran crisis de 2007 en adelante solo vaticinó las posibles pérdidas de una verdadera crisis sistémica. La guerra comercial de EEUU y China, que empezó en 2018, mostró que la economía y las armas son parte de un mismo nudo gordiano. De aquí derivaron estrategias que quebraron las empresas, perjudicaron económicamente a las potencias y afectaron a los pulmones del capitalismo: los mercados.
Las caídas de los mercados mundiales y de las bolsas se reportaron mucho antes que el Paciente Cero del coronavirus; que probablemente, como dice el ministro chino Zhao Lijian, fue un soldado estadounidense en Wuhan. La acusación de China a EEUU de crear el coronavirus, no sería una sorpresa. EEUU llevó adelante el Proyecto Manhattan que desarrollo las primeras armas nucleares en la Segunda Guerra Mundial. En agosto de 1945, Hiroshima y Nagasaki recibieron la hecatombe nuclear, cuando Alemania y Japón ya habían perdido la guerra. Fallecieron 250 mil personas y otras tantas quedaron heridas. EEUU no solo es el país con más armas nucleares y capacidad bélica, sino también el que tiene más armas biológicas. Este imperio ha organizado decenas de invasiones y guerras, el coronavirus no sería más que una raya al tigre.
La otra hipótesis en el mismo sentido es que una de las grandes farmacéuticas o grupo económico empezó el ataque viral. Aunque los detalles sean todavía una incógnita, lo tangible es que cada imperio y gobierno utilizó políticamente el coronavirus.
El 2019 se convirtió en el año de los levantamientos mundiales y el 2020 de sus desenlaces. Todos los continentes reportaron la movilización de millones de personas. El Banco Mundial y el FMI sugirieron a todos los gobiernos tener cautela por el posible estallido revolucionario. Con el virus, el mundo inmovilizó. Hong Kong, la piedra en el zapato de China, por fin dejó las calles (aunque hay protestas intermitentes). Lo mismo ocurrió en India, Europa y Latinoamérica. La pandemia contagió en China a 83 mil personas, el 0,006 % de su población, pero permitió construir el aparato biopolítico más grande que jamás conoció ningún Estado. Ahora ese sistema de control político se ha expandido por todo el planeta. El panóptico de Bentham es un juego de niños frente a la brutalidad del Leviathan hobbessiano que viene en marcha.
El modelo negociado después de la Segunda Guerra Mundial en Bretton Woods (1944) está herido de muerte. La guerra, que bien podría terminar con el planeta, no está vedada y es de lo más peligrosa para el mismo imperialismo. Recordemos que una de las primeras acciones de Trump fue enviar un centenar de misiles a Siria y otros a medio oriente. Ahora Trump prefirió cerrar los aeropuertos y puertos a China en venganza a la subida de los aranceles. Trump, Xi Jing Ping y Putin habrán de acordar el nuevo consenso del Nuevo Orden Mundial en conexión con los monopolios si quieren que el sistema imperial sobreviva, sobre todo después del desplome del barril de petróleo a 20 dólares.
Es el experimento de un Estado Policial Mundial y nuestras propias casas están sirviendo de cárceles. Jaime Chuchuca
A pretexto del coronavirus se ha ensayado un Toque de Queda y Estado de Excepción planetario. Se han unificado todos los ejércitos en uno solo, bajo las órdenes de los gobiernos y la Organización Mundial de la Salud. Se está fusionando la policía y la salud en un solo aparato. Es el experimento de un Estado Policial Mundial y nuestras propias casas están sirviendo de cárceles. Esto sienta un muy mal precedente para el futuro, cuando la crisis sistémica del capitalismo empeore. Se está imponiendo una cultura política monolítica de terror y pánico. Con el encierro mundial se aniquila totalmente a la sociedad civil como sociedad política. El ethos pedagógico dirigido por la UNESCO se ha convertido en un vademécum de internet y de dominio social. El sistema que se supone protege a los ciudadanos es el que está generando el mayor terror global conocido. Se suponen que con la alerta de pandemia global se entregaría presupuesto para la emergencia de salud, pero la mayoría de gobiernos lo han hecho solo en propaganda. Parece que al final de cuentas hay una estrategia malthusiana para diezmar la población.
Las empresas cerradas y el mismo Estado no van a poder pagar los salarios en dos o tres meses. La quiebra es indetenible. La población económicamente activa no percibirá salarios completos y algunos no lo harán. La debacle está ocurriendo en los otrora centros de la modernidad: España, Italia y Francia. Pronto se unirá Alemania. La crisis se ha propagado también en el imperio que más siglos ha durado: China. El país asiático ha emprendido una reforma laboral intensa y también empieza también a endeudarse.
La pandemia se enquistó en el organismo de las relaciones sociales capitalistas: la producción y la generación de plusvalía (intereses, ganancias) ha sido interrumpida. El capitalismo ha suspendido sus tentáculos en el aire. En el mercado de trabajo mundial los salarios se desplomarán y la sobrevivencia impulsará a trabajar por menos de la media.
Los gobiernos más cercanos a la burguesía industrial no han decretado cuarentena total, pero sí los dirigidos por la burbuja financiera. EEUU aún no se atreve a la cuarentena total, porque saben la ruptura que implicaría. De 52 estados y siendo el cuarto país en contagios, apenas cuatro han tenido cuarentena y restricciones. Da la casualidad que el país más afectado por el virus: Italia, es asimismo el que tiene más de 100 bancos quebrados. Por el momento la gente está en la casa por el coronavirus y el toque de queda, cuando se hagan los feriados bancarios no habrá fuerza que los contenga.
Obviamente que la contaminación ha bajado y la naturaleza ha tenido un respiro, pero eso no es a causa del coronavirus, es porque el sistema capitalista se ha paralizado; el virus, al contrario, es una creación del capitalismo. La revolución mundial, la transformación de las relaciones sociales, el derrumbe del poder monopólico imperial se presenta como única opción. El capitalismo ha roto el metabolismo social completo, solo otro modo de producción y de vida nos permitirá sobrevivir.
Texto publicado originalmente en Revista El Observador No 116 (Ecuador, 2020)
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